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25.8.09

Emory Douglas: ¡ Todo el poder para el pueblo !













EL PAÍS, Barbara Celis,

"¡Todo el poder para el pueblo!". Así arrancaban las reuniones de los Panteras Negras hace 40 años. Y aunque a muchos les suene anacrónico, hay quien todavía cree en el poder de esta frase. Por ejemplo, el artista y activista Emory Douglas, a quien el New Museum de Nueva York dedica una retrospectiva hasta el próximo 18 de octubre. Es lógico que su credo sigan siendo las palabras con las que los Panteras Negras abrían todas sus reuniones allá por los años sesenta y setenta.

Douglas fue ministro de cultura de aquella organización políticamente revolucionaria que reivindicó derechos básicos para los afroamericanos -desde escuelas a comida, sanidad o vivienda- y que fue fulminada por el Gobierno de Nixon. Fue uno de los pocos dirigentes que sobrevivió a asesinatos y encarcelamientos auspiciados por el FBI y, para su sorpresa, su trabajo como ilustrador del diario semanal Black Panther, con el que este grupo propagaba sus ideas, se ha convertido en obra de arte: "Ahora el mensaje puede llegar a más gente. Quienes dirigen estas instituciones son más progresistas que antes y son ellos los que me han buscado a mí. Nunca imaginé que llegaría a un museo, pero es muy positivo porque, aunque los cambios no salgan de lugares como éste, pueden salir de la gente que ahora visita un museo y hace tres décadas jamás lo hubiera pisado". Douglas, de 66 años, cree que muchas de las reivindicaciones que pueblan sus litografías e ilustraciones siguen siendo igualmente válidas hoy: "Aunque tengamos un presidente de raza negra, que es un gran paso, seguimos siendo penalizados por el color de piel. La sociedad estadounidense sigue siendo racista, basta con abrir los ojos".

En persona, Douglas es un señor alto, corpulento, de mirada sonriente, con un gran sentido del humor y de muy buen ver. Resulta difícil imaginárselo empuñando el fusil y con el rostro amenazador de muchos de los personajes que pueblan su iconografía. "Era una época de lucha", dice. En los 165 carteles, litografías, dibujos y periódicos que componen la muestra Emory Douglas: Black Panther hay imágenes de hombres y mujeres armados sobre las que se pueden leer frases como: "Somos 30 millones de personas fuertes y armadas. Y somos conscientes de nuestra situación y estamos decididos a cambiarla. Y no tenemos miedo". También hay collages denunciando la criminalización de sus líderes, como el que muestra a Bobby Seale, co fundador de los Panteras Negras, en una silla eléctrica. En él se puede leer: "Los fascistas ya han decidido como asesinar a Bobby Seale". Él mismo fue uno de los muchos líderes de la organización que fueron arrestados bajo acusaciones de lo más peregrinas. "Éramos molestos. Nos demonizaron porque decíamos la verdad".

14.2.08

Por qué no voy a votar a IU (a pesar de todo)

Una respuesta a Diego Díaz

por María Rojo


(texto original en Glayiu)

A lo largo de los últimos años y de la mano de Gaspar Llamazares IU ha pasado a convertirse en una fuerza política más del sistema. El voto favorable a la Ley de Defensa, a la de Educación o a Presupuestos Generales (como los últimos) de marcado corte neoliberal así lo atestiguan. Pero no sólo: la purga sistemática de los sectores más combativos de su organización, la nula capacidad de decisión de su militancia, el abandono del trabajo en los movimientos sociales o sindicales críticos han convertido este, otrora último bastión de implantación estatal de la izquierda transformadora, en una caricatura prosistémica de lo que fue.

En su artículo Diego Díaz habla de “razones poderosas” para votar a IU, pero únicamente argumenta que esta fuerza “supone un alivio y una bocanada de aire fresco en el grisaceo y terriblemente cutre panorama de la política española”. ¿En base a qué?. Desde luego no voy hablar de lo poco gris o cutre que me resulta el fluido verbo de Gaspar Llamazares, su alter ego en Second Life o su personaje de tira cómica “Supergaspi”; pero IU hace mucho tiempo que no es la voz de “Los precarios, los parados, los inmigrantes, los colectivos discriminados, etc.”. IU únicamente ha cumplido con acierto su función como vocero, palanganero y defensor de un gobierno social-liberal (el de Zapatero) frente a las embestidas de un Partido Popular que a cualquiera (incluso a Angela Merkel o Sarkozy) hace aparecer como de “izquierdas”.

Se puede argumentar, y no sin razón, que en tal o cual pueblo, en tal o cual comunidad autónoma IU y sus candidatos representan “con sus contradicciones” lo más amplio y mejor organizado de la izquierda. Pero eso, desde luego, no pasa ni en Asturias ni en el Congreso de los Diputados, y eso, desde luego no pasa con Laura González. IU de Asturias acaba de terminar una purga generalizada (más de 600 militantes) de todos aquellos comunistas y gentes de izquierda comprometidos con el proyecto originario de IU, como bien sabe Diego Díaz.
Y Laura González… Es cierto que antes con una IU dirigida por Julio Anguita comportamientos como los de Laura (muchos de los cuales poco tienen que ver con la izquierda) quedaban más tapados, pero quizá sea ahora el momento de repasar tan sólo algunos de ellos.
Durante su etapa como presidenta de la Junta hubo, recordaréis, una Huelga General, Huelga General que Laura no secundó aduciendo que ella representaba “a todos los asturianos” y no tan sólo a los huelguistas. Vamos que Laura, señora muy neutral ella, lo mismo representa (“es la voz”) de la familia Masaveu que la de un “parado o un precario” en las instituciones.
Durante muchos años Laura, Gaspar y algunos más, trataron de impedir que IU defendiera públicamente la 3ª República. Una vez que esta reivindicación se hizo mayoritaria en el seno de su organización, ella se dedicó a defenderla en el seno de los Jurados de los premios republicanos “Principe de Asturias”, o en platos de televisión donde hablaba de la simpatía que le suscitaba el sucesor de Francisco Franco a título de Rey, un tal Juan Carlos, creo que se llama.
Mientras hablaba de otras formas de hacer política se dedicaba a ir al Palco de Autoridades del Teatro Campoamor a los estrenos de la Opera y mientras predicaba la separación iglesia-estado se dedicaba a sujetar el cirio pascual en calidad de “representante del pueblo” (y por supuesto también de los paradas, inmigrantes y precarios) en diferentes celebraciones religiosas.
Tiene Laura, eso si, un desparpajo y una campechanía que, como las de Gabino de Lorenzo, le acercan a la gente… o al menos eso dicen las empresas de comunicación.
De su reciente paso por el Gobierno de Asturias, su política de vivienda o su complicidad y apoyo a oscuras operaciones urbanísticas como la de los palacios de Calatrava en Oviedo no voy a hablar ahora (daría para otras cuantas líneas, que quizás redacte mañana o pasado).

Si alguien, desde posiciones honestas y de izquierdas, alberga alguna esperanza para que IU vuelva a ser lo que fue (o algo mejor), desde luego no puede dar la razón con su voto a Gaspar Llamazares, al mismo que pretende, tras las convenientes purgas que está realizando en el conjunto del estado, convertir definitivamente a IU en ese tercer espacio “amable” de la progresía en el que, por mera posición estética, puedan enmarcarse aquellos a los que votar directamente al PSOE les parece gris, terriblemente cutre o una suma de ambos factores.

En definitiva votar a IU, y votar a IU en Asturias en estas elecciones supone votar en contra de la existencia futura de una izquierda organizada, supone votar a favor del engendro político promovido por Gaspar Llamazares, supone votar a favor de las purgas de la práctica totalidad de militancia conscientemente anticapitalista que le quedaba a IU.
Supone poner una losa para evitar que lo que IU representó en algún momento de su historia pueda volver a ser posible en nuestro país.
Diego, no lo hagas. No te queda bien el traje de sepulturero.

¿Qué tiene esta bola que a todo el mundo le mola? Sobre las complejas relaciones entre la(s) izquierda(s) y lo(s) nacionalismo(s)



x Dedé

Dicen que la izquierda no tiene nada que ver con el nacionalismo, y ojalá fuese así. La historia nos muestra justo lo contrario, que la relacion entre izquierdas y nacionalismos ha sido una constante, y es que el origen de la izquierda, el nacionalismo, y la moderna democracia es el mismo, el "big ban" revolucionario de 1789. En la "gran revolución francesa" (como solían llamarla los marxistas de la II internacional) se inventa la izquierda, pero también la nación, y su acompañante inseparable, el nacionalismo. Son los liberales, bisabuelos de todas las izquierdas, los que en su guerra contra la monarquía absolutista inventan una nueva fuente de soberanía, el pueblo, la nación. El estado debe dejar de pertenecer a los monarcas y pasar a ser un instrumento en manos de la nación. Frente al nacionalismo de los revolucionarios, sus enemigos, los aristócratas y reaccionarios, oponen el cosmopolitismo de las élites. Se sienten más cercanos a cualquiera de sus nobles parientes europeos que a los campesinos, artesanos o burgueses de su terruño. Sencillamente les resulta horrible imaginarse como miembros de la misma comunidad política que esa asquerosa y vulgar plebe.


Sólo con el tiempo, ya entrados en el siglo XIX, la derecha descubrirá las potencialidades del recurso al nacionalismo. Porque el nacionalismo es ante todo eso, más un recurso que una ideología. Un conjunto de retóricas y de herramientas para la movilización política. Me cuesta pensar en la existencia de nacionalistas químicamente puros. Por el contrario creo que todo nacionalista tiene una ideología de izquierdas o de derechas, ya que el nacionalismo por sí sólo no basta para configurar un proyecto político. Una parte de la izquierda, la más radical, despreció el nacionalismo intentando movilizar a los suyos apoyándose exclusivamente en el obrerismo, una identidad colectiva trabajosamente construida a golpe de industrialización y huelgas. Para los que pensaban como Rosa Luxemburgo que la identidad de clase podría en exclusiva movilizar a los trabajadores no pudo ser más doloroso ver como en 1914 los obreros de Francia, Inglaterra o Alemania corrían a alistarse en sus respectivos ejercitos en medio de una euforia nacionalista impulsada por las clases dominantes y apoyada sin demasiados reparos por la mayoría de los partidos socialistas.


Cuando el nacionalismo entra en escena siempre es para ocultar algo, la enorme heterogeneidad y diversidad (de clase, género, ideología...) que todas las sociedades modernas tienen en su interior. Nación y sociedad son palabras antónimas, puede parecer que designan lo mismo, pero en realidad son términos opuestos, nación designa un ideal, sociedad una realidad. Si la derecha agita la bandera nacionalista será para hacer creer a las clases populares que sus intereses coinciden con los de las dominantes, si es la izquierda la que recurre al nacionalismo es porque trata de sumar a su bando otros apoyos sociales diferentes de la clase obrera. Este fue el caso por ejemplo de los Frentes Populares, en los que la izquierda trató de aunar para la causa antifascista a obreros, clases medias y pequeña burguesía recurriendo a grandes dosis de nacionalismo estatal. En la guerra civil española, toda la izquierda (desde los republicanos a los anarquistas) apeló al españolismo como recurso para movilizar a los sectores menos politizados que vivían en la parte del país controlada por el gobierno de la República. Algo parecido haría Stalin recurriendo al nacionalismo ruso durante la invasión nazi de la Unión Soviética. También la izquierda de los países del Tercer Mundo no ha dudado en apelar a la patria y a un nacionalismo antiimperialista capaz de movilizar bajo una misma bandera a campesinos, obreros y burgueses, desde Ho Chi Minh a Chávez, pasando por Salvador Allende. Otras veces la izquierda también ha sido nacionalista o ha incorporado abundantes contenidos tomados del nacionalismo al desarrollar su actividad en medios fuertemente impregnados por la ideología nacionalista. El caso de los comunistas vascos encaja con esta situación.


Algo tiene el nacionalismo que lo hace tan irresistible y tentador a todas las ideologías políticas. ¿A qué se debe su eficacia como arma política? Más interesante que lanzar condenas y sentencias tópicas sería tratar de averiguar "¿qué tiene esa bola que a todo el mundo le mola?"

10.2.08

Por qué voy a votar a IU (a pesar de todo)

por DD

A lo largo de los últimos años Gaspar Llamazares ha gobernado Izquierda Unida con mano de hierro y nula inteligencia política. En vez de apoyar e impulsar a los movimientos sociales y al sindicalismo combativo IU se ha distanciado casi por completo de ellos replegándose a la política institucional y transformándose en un partido político demasiado parecido a los demás. Y sin embargo yo votaré una vez más a IU el 9 de marzo.


A pesar de todos los errores cometidos y del suicidio que me parece la línea política de Llamazares y su equipo, IU supone un alivio y una bocanada de aire fresco en el grisaceo y terriblemente cutre panorama de la política española. Los precarios, los parados, los inmigrantes, los colectivos discriminados, las gentes de izquierdas necesitamos una voz en las instituciones que nos represente. Frente a una política demagógica y practicamente monopolizada por el tema ETA, es necesaria una fuerza de izquierdas que defienda los intereses de las clases populares, el Estado del Bienestar, el medio ambiente y los derechos de los inmigrantes, que se oponga a la actual construcción europea, hecha a la medida de los poderes económicos, a la ilegalización de la izquierda abertzale (por poco simpática que esta nos pueda caer), al neocolonialismo practicado por las multinacionales españolas en América Latina...


Hoy, a pesar de todas sus debilidades y contradicciones, esa fuerza de izquierdas sólo es IU. Si el Partido Popular es algo así como el brazo político de la patronal y la Iglesia, el PSOE está totalmente penetrado por el discurso neoliberal y los intereses empresariales, aunque pueda poner en marcha algunas medidas sociales para contentar a sus votantes de clase trabajadora, o retirar las tropas de Irak tras la movilización pacifista más importante en España desde el referendum de la OTAN de 1986. Con Zapatero hemos vivido la privatización de los últimos astilleros públicos y de una parte de los ferrocarriles, la aceptación de una constitución europea de contenido radicalmente militarista y anti social, una nueva reforma laboral que consolida la masiva precariedad laboral, un "boom" inmobiliario de caracter especulativo ante el cual el gobierno ha quedado de brazos cruzados, como también ha sido del todo pasivo con la incesante cascada de deslocalizaciones empresariales, decenas de empresas que como Delphi o Durex han echado el cierre en España a pesar de sus millonarias ganancias para fugarse a los paraísos de la desregulación laboral y medioambiental ubicados en el Tercer Mundo.


Una victoria del PP, opción muy improbable, sería una tragedia, pero un PSOE con mayoría absoluta aplicando el "rodillo" sería un escenario también muy poco agradable. Intuyo que el PSOE ya no va dar mucho más de sí en la próxima legislatura y que si ganan los próximos serán los cuatro años de Solbes y los sectores más conservadores del PSOE. La presencia de IU en el parlamento es imprescindible para evitar una derechización aún mayor de la política española. Yo (a pesar de todo) voy a votarles.


28.6.07

Cándido y Morala por Javier Ortiz


Dos sindicalistas de Naval Gijón, Cándido González Carnero y Juan Manuel Martínez Morala, están recluidos en la prisión asturiana de Villabona desde el pasado 16 de junio. Han sido encarcelados para que cumplan una pena de tres años de cárcel que les fue impuesta al ser considerados responsables de la rotura de una cámara de video, destrozo que se produjo en el transcurso de una manifestación obrera que tuvo lugar en marzo de 2005 en defensa de la continuidad del astillero, por entonces amenazado de desmantelamiento.

La muy severa sentencia condenatoria se basó únicamente en el testimonio de varios policías, que señalaron a Cándido y a Morala –así los llaman sus compañeros: al uno por el nombre de pila y al otro por su segundo apellido– como autores del hecho. El tribunal que los condenó se negó a tener en cuenta las imágenes de un vídeo grabado por la propia Policía en el que se percibe claramente que ninguno de los dos procesados estaba entre quienes lanzaron el petardo que impactó contra la cámara. Tampoco quiso considerar el hecho de que uno de los testigos de la acusación fue un policía que había estado infiltrado en los ambientes sindicales y de la izquierda de Gijón, en los que hizo cuanto pudo por incitar a la comisión de actos de vandalismo, protagonizándolos a veces él mismo (o sea, un agente provocador en toda regla, que acudió al juicio pretendiéndose mero espectador de incidente). En fin, rechazó las declaraciones de varios testigos de lo sucedido, entre ellos algunos periodistas, que insistían en que ninguno de los dos imputados se encontraba entre quienes lanzaron el petardo de marras. A lo que habría que añadir que ni siquiera está claro que fuera ese petardo el que dio el golpe de gracia a la videocámara, que fue reiteradamente pateada cuando cayó a tierra.

Resulta inicialmente sorprendente el empeño policial-judicial en endosar a Cándido y a Morala la responsabilidad de ese suceso, cuando todo el mundo sabe que fueron cientos los trabajadores de Naval Gijón los que, indignados por los planes de cierre que se cernían sobre su empresa, participaron en aquellas muy crispadas manifestaciones. Hubo violencia, por supuesto, pero colectiva, y no mayor que la vivida en otros núcleos industriales víctimas de la mal llamada «reindustrialización», sin que nadie haya ido a la cárcel por ello.

En el caso de Cándido y Morala hay un par de circunstancias agravantes.

La primera tiene forma de sospecha, y nada peregrina: la Naval Gijón es parte de un terreno industrial de 300.000 metros cuadrados situados en una zona costera que podría convertirse en suelo muy valioso para el gremio del ladrillo turístico. Es imposible prescindir de esa realidad a la hora de evaluar los intentos de criminalizar la lucha obrera en pro de la supervivencia de ese núcleo fabril.

La segunda apela a la militancia política de algunos de los acusadores. Porque conviene recordar que el Ayuntamiento de Gijón, que fue parte en la acusación contra Cándido y Morala y que les reclama el pago de la cámara rota (que han valorado en 6.000 euros, ahí es nada), está gobernado en coalición por el PSOE e Izquierda Unida.

Dicen que Fernando León de Aranoa se inspiró en Cándido y en Morala para dar cuerpo a los dos principales protagonistas de Los lunes al sol . Él ha trazado recientemente el paralelismo, saliendo en defensa de los dos sindicalistas de Gijón. Pero recuerda que a Santa, el personaje de su película, lo quieren condenar a una pena casi simbólica por haber roto una farola. En este caso, la pena no tiene nada de simbólica y, además, ellos no rompieron el artilugio espía. Una vez más, la realidad se empeña en superar a la ficción.

Pienso en más de uno y más de dos de los que habrán contribuido a este desastre. Los imagino bien achispados, en alguna velada de ésas en las que el whisky fluye generoso por los gaznates, contando por enésima vez lo muy revolucionarios que fueron en su juventud, cuando formaban parte de aquel estudiantado del 68 que lanzaba cócteles molotov contra la Policía –no petardines contra artilugios– y gritaban que la solución es (era, quiero decir) la revolución. No me cuesta nada imaginarlos algo después, con la lágrima fácil, cogidos del hombro de algún colega, subsecretario o jefe de negociado, cantando con mucha solemnidad «Santa Bárbara bendita» .

Javier Ortiz

25.5.07

Agitprop