Hace poco, mi amigo Tahar Ben Jelloun, el gran escritor marroquí que vive en Tánger, me contaba que consultando viejos periódicos para la novela que está terminando sobre el tema de la emigración clandestina a través del Estrecho, descubrió que la prensa de Tánger (La Dépêche marocaine, y el diario España) ya hablaba de las pateras y de los inmigrantes clandestinos a finales de los años 1940 y en los años 1950. Como hoy, la gente (no sólo hombres, sino también mujeres y niños) llegaba a las playas a bordo de peligrosas embarcaciones improvisadas, en estado físico lamentable, hambrientos, huyendo de miseria, el paro y la represión.
Un sólo detalle cambió desde entonces: aquellos clandestinos no eran ni marroquíes, ni subsaharianos, sino españoles. Andaluces en su mayoría y también ceutíes, que huían de la gran miseria de la posguerra española y las persecuciones franquistas. Buscaban trabajo y salvación en la entonces muy opulenta ciudad de Tánger, colocada bajo administración internacional.
Ignacio Ramonet
Ignacio Ramonet
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